ADIVINA (1)

Las palabras son fuente de verdad y, por supuesto, de engaño.

Basta una entonación distinta, pausas diferentes y un poco de cabeza para que lo que es verdad sea falso y lo que parece falso sea una verdad como un pino.

Por eso, al escribir se pierde gran cantidad de los matices que acompañan a la conversación.

El ejemplo es lo que sigue.



- "El maestro tiene fama de torpe. Va preguntando a sus alumnos operaciones de cálculo mental. Éstos deben contestar si la afirmación docente es cierta o falsa. Cuando llega ante Pedrito le dice:



Cinco por cuatro veinte mas uno veintidós.



Pedrito hace lentamente sus cálculos ayudándose de dedos, resopla, piensa para sus adentros "¡ufff! ya se ha vuelto a equivocar el maestro" y, muy seguro, responde: Falso, maestro, falso.

Éste sonríe, gira la cabeza a izquierda y derecha y, ufano, le dice. "No, Pedrito. Verdadero. Y te pongo un diez si eres capaz de decirme por qué".



Yo lo sé. Y el maestro no miente.

¿Lo sabes tú?


Pedrito haciendo sus cálculos para averiguar si el maestro es un mentiroso o no.

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