MI LOGSE, UN NUEVO IDIOMA.

Cuando dentro de unos años se reflexione (aunque ya se está haciendo) sobre lo bueno y lo malo que nos ha dejado la LOGSE, uno de los puntos en los que más se incidirá, por lo que de anecdótico conlleva, será en el famoso “lenguaje LOGSE”, esa especia de dialéctica pseudo-revolucionaria (no hay que olvidar que muchos de sus actuales difusores militaban, por aquel entonces, en los más radicales partidos de índole “ista”, marxista, leninista, maoísta, anarquista…).

Ya por entonces pensaron que maestros, a ser posible, de dos clases: el que trabajara en la escuela, mal pagado e incapaz de pensar y el teórico de despacho, creativo y con capacidad de pensar hiper-dasarrollada para compensar la atrofia del que estaba en el aula.
A este teórico, con gafas y pelo ensortijado, barba a lo Che, vaqueros, populista, simpático (con “carisma” se decía) y empapado de Marx y Engels le llamaremos ALGUIEN, en contraposición a NADIE, que se dejó las pestañas y la salud ante una pizarra llena de polvo, se jubiló forzoso a los 70 años y era conocido en todo su barrio con el apelativo cariñoso de “maestro ciruelo”, que si bien no indicaba claramente nada, sí insinuaba una lista de incapacidades que solían ser patentes a la vista de todos.


Pues bien, una mañana ALGUIEN despertó de sus ensoñaciones de una escuela del futuro y decidió poner manos a la obra. ¡Haría realidad todo aquello en lo que llevaba años soñando! ¡Se acabó el libro de texto! ¡Se acabaron los lápices! ¡Se acabó la “manualización” de las tareas!

ALGUIEN inventó un lenguaje. “Te llamarás lenguaje LOGSE”, dijo. La sentencia, su estilo, le sonó a algo pero, ocupado en la creación de un “diccionario de términos LOGSE”, ALGUIEN relegó el pensamiento al subconsciente, que para algo había leído a Freud, Reiner y Castilla del Pino.
Así, prócer académico, a ALGUIEN se le ocurrieron maravillosas designaciones que acabarían radicalmente con el tufillo franquista que la terminología escolar arrastraba desde hacia cuarenta años.
Satisfecho, se imaginó nuevo líder de una revolución cultural con libro rojo incluido y una Joven Guardia Roja que encarnaría la lucha por una justa redistribución de la cultura como patrimonio del pueblo.
Y sesudo, a más de reflexivo, fue dejando caer en escritos, ensayos y declaraciones ese nuevo lenguaje que, aún hoy, no deja de sorprendernos a algunos por enrevesado, ridículo y falto de significación.

Unos ejemplos:


- Segmento temporal de ocio compartido, antes RECREO.

- Unidad de mobiliario escolar, antes PUPITRE (“más” antes, BANCO o BANCA).

- Espacio compartido de funcionalidad pedagógica, antes AULA.

- Evaluación continua individualizada del proceso curricular, antes EXÁMENES.

- Discente, antes ALUMNO (perdón, ALUMNO/A).

- Soporte, antes vulgarmente PAPEL.

- Material de registro de datos, antes CUADERNO.

- Panel vertical de aprendizaje, antes PIZARRA.

- Utensilio pictográfico, antes TIZA.

- Transversalidad, educación en valores, concienciación medioambiental, bla, bla, bla…

Y entre palabrejas y latinajos, circunloquios, metáforas y eufemismos varios, ALGUIEN se sintió satisfecho, importante, realizado, combatiente pedagógico en suma.…

Acabo con un pequeño párrafo, excelente botón de muestra de ese lenguaje. Porque no hay que olvidar, compañeros y compañeras, amigos y amigas, maestros y maestras, iguales e igualas, que el lenguaje, por desgracia a veces, crea realidades.


“(…) Un alumno se niega a realizar una tarea tan simple como extraer el material fungible que sirve como soporte para la grafía personalizada a través del proceso óculo-manual codificado según las normas idiomáticas imperantes a través del proceso académico predemocrático. Traducido del logsiano al castellano: se niega a sacar el cuaderno de su mochila”.

                                            ( “Hijos de la LOGSE”. Francisco Robles. Ed. Toromítico. Córdoba 2008).




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